Interrupción: Mariela Ajras

Por: Ana Laura Montenegro

Un bello y diáfano mural de arte urbano adorna la fachada del bar Quetzal.

En las calles del barrio de Palermo comienzan a verse cada vez con más frecuencia las obras de muchísimos artistas que pintan espontáneamente y otros que lo hacen porque son convocados a realizar algún tipo de intervención. Éste es el caso de Mariela Ajras, una joven muralista que hace alrededor de cinco años pinta en el espacio público, aunque afirma que desde pequeña se interesó en estudiar y aprender pintura.

Sus comienzos como artista urbana se gestaron luego de haber participado de un taller de muralismo de los artistas Lean Frizzera y Emy Mariani y desde entonces, primero en grupo y luego por su cuenta, no paró.

Su corta carrera en la calle es, a su vez, muy intensa. Mariela ha participado de un gran número de festivales de arte urbano en este país y en el mundo, ha creado piezas en México, España y Colombia en los últimos años.

La artista fue convocada por el bar y espacio cultural El Quetzal, cuyos integrantes son acérrimos impulsores y entusiastas del movimiento que promueve el arte para todos. No es la primera convocatoria que realizan y por los muros del interior del establecimiento han pasado varios artistas urbanos, locales e internacionales, como Ice (Argentina), Oz (Paraguay), El Guache (Colombia) y Mariano Antidoménico (Argentina) entre otros.

En esta oportunidad la invitación del Quetzal fue para intervenir la fachada del establecimiento ubicado en la calle Guatemala. La temática fue libre y con pinceles, andamio y pintura látex comenzó la creación de Interrupción.

La figura de la mujer es una temática que frecuenta sus obras y en ellas explora sus propias inquietudes aunque, confiesa, el resultado logrado suele culminar provocando más dudas que certezas ya que por más que realice el correspondiente boceto, nunca se sabe cuál será el desenlace.

Ajras suele trabajar a partir de fotos y diapositivas y son los errores de impresión los que dispararon la pregunta:  ¿A dónde va eso que se perdió?

Las fallas como abismos de lo que perdimos son la propuesta que invita a tomarnos un minuto para detenernos a apreciar y, quizás, descubrir las respuestas a nuestras propias preguntas.