Esperanza Spalding

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La estrella ascendente del jazz viene a presentar su último álbum, Emily's D+Evolution, en una única función en el Teatro Coliseo.

La mamá de Esperanza supo que pasaba algo con su hija. A los ocho años la sorprendió tocando Beethoven de oído en el piano de la familia. Como a ella también le gustaba la música, la empezó a instruir, presentándole instrumentos que la niña aprendió a ejecutar muy pronto: la guitarra, el violín, el oboe, el clarinete. 

A los quince años ya era una multiinstrumentista hecha y derecha, que se presentaba en algunos pubs de su Oregon natal, cuando su madre la dejaba, porque vivían en un vecindario peligroso. 

Terminó la escuela a duras penas, asistiendo a clases solo porque en la sala de música había un contrabajo nuevo. Se enamoró del contrabajo. Uno de sus profesores la convenció de que siguiera estudiando, y la ayudó a conseguir  una beca para el Berklee College Of Music, donde completó la carrera en apenas tres años. El director del centro de estudios la contrató como profesora, divertido al ver que Esperanza tenía la misma edad que sus alumnos.

Empezó a preferir el bajo como instrumento de cabecera. No fue sino hasta escuchar Kind of Blue, de Miles Davis, que se apasionó con el jazz y lo atacó con todos sus múltiples talentos. Porque a su capacidad de instrumentista le suma una voz fresca, juguetona, que interpreta el jazz y sus zonas vecinas sin complicaciones, como quien habla una lengua materna.

Se nota que Esperanza disfruta en el escenario, su afro al compás de la música, su sonrisa de compenetración total con lo que está haciendo.

Con sus jóvenes treinta y dos años tiene un pasado musical impresionante: colaboró con el pianista Michel Camilo, el contrabajista Charlie Haden y el guitarrista Pat Metheny, entre otros. Y grabó, con algunas composiciones propias además, cinco discos impecables.

Viene a la Argentina a presentar el último. Esperanza es un hallazgo. Vale la pena descubrirla.