República de Waires

Por: Cecilia Navesnik

Buenos Aires hoy, en blanco y negro expresionista. Melancólica, marginal, amenazante. La grandeza de otra época y el trajín decadente de la urbe. La mirada fascinada de un amante herido. 

Claudio Larrea nació en Buenos Aires. Estudió Periodismo e Historia del Arte. Comenzó trabajando en la producción de portadas y artículos de revistas. En 2001 se trasladó a Barcelona, donde vivió nueve años. Allí se desempeñó como Director de Arte en comerciales y videoclips. En paralelo hizo diversos viajes fotográficos, poniendo el foco en los paisajes urbanos. Volvió a Buenos Aires en 2010.

Al llegar sintió la necesidad de reencontrarse con su ciudad, de re-conocerla. Así empezó a realizar paseos en los que la registraba con nuevos ojos, con la mirada de quien tomó distancia. Su esfuerzo estaba puesto en subrayar sus virtudes, y así nació su serie El amante de Buenos Aires (que también recomendamos). Pero con el paso del tiempo su punto de vista fue cambiando. Desde hace unos años retrata todas sus luces y todas sus sombras, y de eso se trata esta muestra.

República de Waires traza paralelismos entre Buenos Aires y la República de Weimar, en la que artistas y fotógrafos exploraron la sociedad alemana a través de sus imágenes. En ese nuevo orden -instaurado por la revolución obrera de 1918 y finalizado en 1933, con la llegada de Hitler al poder- la inestabilidad socio-política convivía con la ebullición intelectual.

De ahí la relación con la Berlín de los años veinte, con su tensión social, su arquitectura, con el cine expresionista. En las fotos de Larrea hay algo de la Metrópolis de Fritz Lang y del Nosferatu de Murnau. Sus imágenes remiten a Brassaï, a Kertész, a August Sander.

Presentada en la Galería Leku (dedicada a la fotografía argentina contemporánea), la muestra se organiza en seis partes que siguen la cronología de un proceso. Estén atentos: un juego de pared blanca-pared negra marca, a su vez, el día y la noche de las fotos.

Veintisiete obras revelan rincones y texturas de las calles que recorremos a diario. Las fachadas e interiores que parecen foráneos se mezclan con personajes que nos son propios. Encuadres cinematográficos, claroscuros densos, el centro vacío, el tono extrañado.

Llevados por la música de la sala -especialmente elegida-, las copias 20x30 invitan a acercarse. Así, seguimos el camino del fotógrafo. En ellas, nosotros también re-descubrimos Buenos Aires.