Otelo

Por: Lucho Gutiérrez

Al igual que óleos y pinceles, los textos teatrales son herramientas para componer una obra sobre lo que quiere contar su autor.

En esta versión del clásico shakesperiano, con adaptación de su director en conjunto con Francisco Grassi, cambia el punto de partida desde donde se cuenta la historia. Aquí el texto da un salto más que la tradicional visión sobre la posición de víctima de Otelo que cae en garras de Yago, quien lo induce a asesinar a Desdémona. Aquí todo entra en lógica, la víctima es la mujer asesinada y no el asesino.

La inteligente dirección de Martín Flores Cárdenas utiliza esta tragedia para contar un drama que vive nuestra sociedad, el femicidio, poniendo a la bella Desdémona como emblema del ni una menos y obligando a una reflexión.

Para este trabajo se rodea de un selecto elenco encabezado por Guillermo Arengo como Otelo; el rol de Yago es de Ezequiel Díaz y Vanesa González, Desdémona.

Cada trabajo es de una calidad asombrosa, el casting es acorde a las capacidades y destreza de cada actor, como es el caso de Toto Castiñeiras en el rol de Montano, Laura López Moyano como Emilia o la intervención maravillosa de Roberto Castro como Brabancio. Rodrigo es Javier Pedersoli, a Casio lo interpreta genialmente Esteban Meloni y el papel de Blanca es interpretado por Florencia Bergallo. Todo transcurre en un espacio minimalista, con mucho poder en el vacío propuesto por el diseño escenográfico de Alicia Leloutre, del cual afloran inquietantes sorpresas.

La versión trabaja en torno a un fino humor y temporalidad que es sello de los trabajos de Flores Cárdenas, registra una actividad que está muy cercana al género musical con música original y dirección musical de Julián Rodríguez Rona al mando de guitarras y flauta, Fernando Tur en teclados, Christian Basso en bajo y guitarra y Zurima Frers al frente de la  batería, maracas y voz.