En la luna, canciones de amor

Por: Sabina Pérez

La dulce e inquieta voz de Virginia Innocenti es la principal atracción de este encuentro que celebra uno de los sentimientos más plenos.

Febrero, dicen, es el mes de los enamorados. ¿Qué mejor idea que festejarlo con un puñado de canciones íntimas, fijadas en la memoria emotiva de la gente?

Virginia selecciona postales de distintas épocas de su vida y de la nuestra, en forma de canciones, y las interpreta en su doble condición de cantante y actriz.

El escenario, despojado, cuenta con su presencia y la del joven guitarrista Sergio Zabala. La luz es cálida e invita a las confidencias.

No existe un género definido. Ante los oídos atentos y agradecidos se van desgranando pequeñas historias de cariño, de desencuentro, de romance, de fe.

Clásicos de todos los tiempos, boleros perfumados y tangos, alhajitas de nuestro folklore profundo, temas entrañables de Leonardo Favio, Nino Bravo, Silvio Rodríguez, Juan Manuel Serrat, Nelson Araya Carbajal, Gabo Ferro, Julio Fontana, Carlos Gardel, Joaquín Sabina y Chavela Vargas, definen un mapa del sentimiento más evocado.

Pocas cosas describen mejor a Virginia que este puñado de canciones que eligió para presentarse en el Camarín de las Musas. Todas hablan de una aventura, del riesgo y del vértigo que supone amar o ser amado, con sus correspondientes cuotas de rechazo y desamparo. Su voz hermosa, dulce y entonada, nos guía por los senderos de la imaginación y convierte este íntimo recital en una verdadera sinfonía del corazón.

En la misma línea minimalista de En la sangre, sueños de agua y desembarco (su maravilloso espectáculo que recuperaba historias de su familia allende los mares) la extraordinaria intérprete dialoga con los sentimientos del público, desempolvando los recuerdos aledaños que cada canción presenta.

Este juego de espejos hace de En la luna, canciones de amor, un viaje lúdico al territorio de la conquista amorosa. Recomendado.