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Drama

Fanny y el Almirante

Por: Liliana Fijtman

Esta cuidada puesta de Tatiana Santana expone desde el grotesco una de las fracturas fundantes de la política argentina: peronismo-antiperonismo.  Logradísima, se puede disfrutar en el Teatro La Máscara, en San Telmo.

Con luz intensa sobre el escenario, ella recita, emocionada: “Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”. No es Evita, por supuesto. Es Fanny Navarro, actriz amiga de Eva y amante de Juan Duarte, que, comprometida hasta la médula con el gobierno de Perón, cayó en desgracia luego de la muerte de ambos hermanos. Fue criticada y perseguida, muchas veces injustamente, por propios y ajenos.

Está en camisón, en una sala de estar empobrecida, alucinada y ferviente mientras su madre, preocupada, trata de calmarla, de detenerla.

El texto ahonda eficazmente en el diálogo de personajes bien delineados, que se humanizan y enriquecen en la ambigüedad. En tal sentido, las escenas entre el Almirante Rojas y el guardiamarina muestran en forma desopilante las contradicciones  de este marino que bombardeó objetivos civiles en el golpe del 55, fue vicepresidente de facto e ideólogo de los fusilamientos de José León Suárez. Aquí, sin embargo, es farsesco, casi aniñado en su crueldad. El personaje del guardiamarina, interpretado por Lalo Moro, es la contrapartida perfecta en esta dupla.

Al músico, actor y autor de la obra, Luis Longhi, le basta este encuentro ficcional para descubrir la metáfora que parte en dos nuestra historia reciente y se manifiesta vigente en dos proyectos políticos polarizados y antinómicos. Entretenida, ajustada, con oportunos brotes de humor,  el elenco entero se luce para dar cabida a un espectáculo excelente. Vale la pena no perderse esta perlita. 

Teatro La Máscara

Piedras 736. Jueves a las 21. Reservas al 4307-0566.