La vida de ella

Por: Walter Bergonzi

Un cruce de géneros teatrales, al que se suma el audiovisual, para conformar un soporte donde la calidad de expresión predomina.

Asistir al Portón de Sánchez, siempre es una salida especial. Es uno de los espacios emblemáticos. Una sala que ha mantenido, a lo largo de décadas, una coherencia entre la filosofía de su programación y la actividad allí desarrollada. Dirigida por la pareja conformada por la coreógrafa Roxana Grinstein y el actor Roberto Castro, se ha mantenido como un germinador de iconos de la cartelera de la ciudad, además de ser una de nuestras mejores cajas negras.

Obviamente que allí encontrarán propuestas muy recomendables. Este dato vale tanto para los amantes del teatro como del cine, de la danza como de la música, ya que la producción de la conocida dupla conformada por la coreógrafa y directora Mariana Blutrach  y el cineasta Daniel Böhm ha dado como resultado un soporte con infinidad de canales semióticos por el cual expresan un mensaje, valiéndose de la danza como género predominante, pero apoyados en el poético lenguaje de Böhn como director de cine.

Para esta construcción  utilizan la actuación, breves textos, hermosas canciones y sobre todo un trío de artistas que poseen las herramientas para realizar un maravilloso trabajo interpretativo.

Romina Pedroli y Federico Ottavianelli  in situ y Gustavo Lesgart en las escenas proyectadas, junto a dos niñas, Catalina Godoy D´Orta y Alina Keselman (que alternan debido a sus edades), despliegan una verdadera artillería artística. La vida de ella (Pedroli) transcurre en un sueño que deja ver algo de su infancia, su relación con los hombres, su propio encuentro y un sinfín de disparadores para el imaginario del espectador.

Mucho talento que invita a ser visitado.