RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Performática

Duros

Por: Manuela Roca

Se reestrena esta intensa propuesta del director Lisandro Rodríguez, cargada de imágenes que se salen de lo cotidiano y aún así no dejan de parecer terroríficamente cercanas.

Al llegar al teatro, el público ya puede intuir que va a ser partícipe de algo distinto. A partir del ingreso a la sala, todo parece ser un viaje de ida hasta las entrañas de la tierra urbana. No es metafórico: el espacio -certeramente concebido por Norberto Laino-  consiste en un gran pozo abierto en el suelo. Lo único que separa al público de lo que está allí abajo son unas barandas de madera. Unas barandas que más que una medida de seguridad, parecen una forma de separar un mundo aparentemente normal (por normativizado) de otro más marginal, donde la angustia es más sincera y las palabras menos necesarias.

Abajo hay tierra, polvo y oscuridad. Arriba estamos nosotros, los otros, encargados de llevar luz a ese mundo a través de unas linternas que son entregadas al entrar. Esta original idea del iluminador Matías Sendón otorga al público la libertad de elegir qué ver, y de hacer partícipe a los otros de esa elección. Así es como cobran vida unos seres enajenados, que se comunican entre sí pero sin usar nuestro lenguaje: cada tanto se les escapa alguna palabra conocida a la que los espectadores se aferran como si fuese un salvavidas en tanta confusión. Los de abajo son Enrique Biondini, Martín Tchira, Mariano González y Edgardo Castro.

Sin personajes delineados, sin progresión de tiempo en términos de historia, y por lo tanto sin un final, esta propuesta puede parecer desafiante para los habitués de una forma de teatro más tradicional. Y sin embargo, la potencia de las imágenes planteadas, sumadas a un texto escrito por uno de los actores que es entregado al final del espectáculo, dejan un mensaje contundente que cada espectador decidirá si quiere o no descifrar. 

Elefante Club de Teatro.

Guardia Vieja 4257. Viernes a las 23:30.

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