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Unipersonal

La hora de la calabaza

Por:

Una divertida y encantadora Romina Ricci  nos pasea por los senderos del amor romántico… Y nos estrella contra la realidad más dura. 

Marlene tiene un amante. O lo tenía, porque a la hora de la verdad prefirió continuar con su matrimonio.

Tampoco era que su amante le hubiera propuesto huir para continuar su relación. No.  Se veían, en una dulce rutina, todos los sábados. Compartían caminatas, bares, sexo desenfrenado.

Pero un día, sin previo aviso, el amor se terminó. ¿O es que nunca había existido?

El texto de la guionista Esther Feldman (Variaciones Walsh, En terapia, Los exitosos Pells, Lalola), reflexiona acerca del desencanto, de ese momento de desintoxicación, de la recuperación de la lucidez que viene tras la ruptura amorosa. Cuando se termina el encantamiento y la carroza vuelve a ser calabaza. Su Marlene trata de acomodar sus recuerdos, sus sensaciones y sus ideas a través de delirantes monólogos que despiertan carcajadas pero que también dejan pensando.

Su amante no está ahí, pero ella lo evoca. La puesta del director Alberto Lecchi, que en realidad es cineasta, está tratada como una sucesión de escenas de cinematógrafo, pequeñas unidades espacio temporales que van reflejando los estados de ánimo de la protagonista.

Los elementos en escena son mínimos pero efectivos: un sillón, un escritorio, una copa de vino. Los fondos proyectados crean situaciones de flashback.

La Ricci pasa por todos los estados. Hace reír, conmueve, erotiza, se da un lugarcito para el duelo y la nostalgia. Pero demuestra junto a su personaje una forma de ser mujer, de mantener una postura ante la vida más allá de los mandatos, de darse la posibilidad de transgredir en nombre de la pasión y de aplacarse también, por esos misteriosos senderos del cariño. 

Teatro Payró

Teatro Payró. San Martín 766. Tel: 4312-5922. Viernes y sábados a las 21.