Millones de segundos

Por: Atilio Tustali

Una extraña y pulida perla en la cartelera de la ciudad. Un lenguaje distinto, una presencia de mucha contundencia en la escena local. 

El autor-director de teatro y cine Diego Casado Rubio, es un joven madrileño que está radicado en nuestro país hace poco más de una década. De su manufactura hemos conocido materiales como La mujer cama, recientemente, o Se alquila, con condición en la querida Carbonera.

Su estilo no se podría calificar como liviano, va a fondo con todo.

Aquí queda más que claro. Aborda el caso de un adolescente transexual con síndrome de Asperger, pone en manifiesto la más cruda crueldad humana, la incomprensión y el rechazo a lo distinto de una manera tal, que el espectador ya no será igual después de ver la obra, su criterio se verá influenciado.

Su decisión de puesta es siempre con escenas casi cinematográficas, que con el tiempo se han ido transformando. Actualmente se aprecia un estilo muy particular en Millones de segundos, hay algo distinto a todo, hay un sello personal.

El casting es una de las principales atracciones. Si bien conocemos a Raquel Ameri de una extensa y acertada carrera, en la que ha adquirido herramientas de los géneros más diversos, aquí podemos ver una versión superlativa de su compromiso profesional. Personalmente considero que nadie podría haber hecho mejor este trabajo, la transformación realizada para el abordaje de este rol hace que no se la reconozca, muy distante de aquellos ¿Son los sonetos? En el inicio del Patio de actores, o de trabajos mas recientes como Lisboa o Mil años de perdón. Se percibe una madurez y un crecimiento en su constante búsqueda.

María Rosa Frega compone una sufriente madre, a la perfección, logrando infringir una constante presión al personaje central.

Víctor Labra compone un perro guardián, un compañero terapéutico inseparable, un rottweiler en todos los detalles. Este trío hace reflexionar en un texto de autoría propia: no se padecen las diferencias, se padece la incomprensión.