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Estrenos argentinos

Lántec Chaná

Por:

El último chaná nos deja su legado para que no olvidemos.

En el Litoral hubo muchos pueblos. Sus habitantes navegaban por el río sin distinguir Uruguay de la Argentina.

Todavía no existía la idea de un país. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo, diría García Márquez.

Pero, sin embargo, todos aquellos pueblos tenían sus palabras para nombrar. Uno de ellos, los chanás, parientes de los charrúas pero dedicados a la pesca y a la canoa, eran dueños de una cultura rica y abigarrada, conocedora de muchos secretos de la naturaleza.

Los españoles invadieron sus tierras y los diezmaron. Ocuparon sus terrenos con una Iglesia y una Reducción. En el siglo XIX, un padre franciscano, Dámaso Antonio Larrañaga, intentó dejar escritas algunas expresiones de los chanás. Su lengua se estaba extinguiendo: corría 1815 y ya quedaban muy pocos.

El tiempo pasó. La tierra se dividió en países. Todos olvidaron a esos pueblos.

El país de hoy se hizo a los ponchazos; la vida siguió adelante.

Hasta que en el 2005, casi doscientos años después, un anciano habló.

Habló en chaná.

Ese anciano retinto y entero se llama Blas Jaime y vive en Entre Ríos.

Lantéc Chaná cuenta su historia, el por qué se calló tanto tiempo su legado. Investiga, con gran delicadeza, sus razones, su rutina,  su relación con José Pedro Viegas Barros, el investigador del CONICET que validó su conocimiento en un momento en que todos dudaban de la veracidad de sus palabras.

La directora Marina Zeising logra un sencillo pero descriptivo repaso por una historia latinoamericana atravesada por la dualidad. Don Blas es religioso a la manera occidental pero también respeta sus creencias ancestrales. Vive en el mundo de los sueños, allá donde la conciencia no estorba, pero también es un referente de su barrio.

Algunos paisajes que muestra el documental son espacios de poder, como la Iglesia, el Museo, la Escuela, pero también hay lugares de resistencia.

Con su impactante revelación de ser el último de los chanás hablantes, Don Blas Jaime despertó el interés de muchas personas que sabían que tenían sangre de pueblos originarios en las venas.

Descubrimos una historia de violencia y saqueo, apenas maquillada por algunos años de Capitalismo. Raspando un poco el barniz, ahí está ese mundo viejo que nace todos los días.

La magia de esta película reside en que documenta una vida, algo que sucede ahora, un evento cultural que no está en ninguna vitrina, sino que discurre ante nuestros ojos, porque ese hombre es nuestro vecino, uno más de esta tierra pluricultural.

El idioma de los chanás se enseñaba de generación en generación, puertas para adentro, para que nadie los reprimiera. Lo trasmitían las mujeres.

A don Blas se lo enseñó su madre. Madre en chaná de dice VeadaVeada a es la Madre tierra. Y el hijo de la tierra, sea del país que sea, es el árbol, el encargado de cuidarla, el vanatí veada. Nosotros.

 

Estreno en Buenos Aires: 3 de agosto.