Las amargas lágrimas de Petra Von Kant

Por: Lucho Gutiérrez

Un espectáculo tan perfecto y complejo como la vida.  Manufactura solamente posible en manos de quien la crea. La mujer.

El artista germano Rainer Werner Fassbinder realizó este objeto textual con el objetivo de representar las manipulaciones que provienen del capitalismo, haciendo analogía con los vínculos de poder y el sexo entre las personas. Para eso arma un perverso mecanismo de intercambio y posesión entre una exitosa diseñadora de modas, hambrienta de amor y una bella y rústica mannequin dispuesta de escalar a la fama. En esta estructura de vínculos se desarrolla el melodrama que posee traducción de Nicolás Costa y hasta aquí el género masculino que interviene.

Leonor Manso elige este material y lo dirige magistralmente, rodeándose de un equipo que conforman las mujeres más potentes de la escena nacional.

Graciela Galán diseña un espacio escénico con un disparador semiótico, una estupenda carcasa que mantiene apresada a Petra.

La artista plástica Renata Schussheim vuelve a dejar boquiabierta al espectador con su diseño de vestuario, cada pieza posee su inconfundible sello.

Estos dos objetos de arte en sí mismos, son destacados por el diseño lumínico de Eli Sirlin, mientras suena la deliciosa selección musical realizada por Carmen Baliero y se luce el diseño corporal y de movimiento de Roxana Grinstein.

Una actriz que ocupa la cúspide de la pirámide del talento local, Muriel Santa Ana, solo una versátil actriz, una de las pocas en la escena capacitada en poner con naturalidad en su boca los textos de clásicos, es capaz de componer esta Petra con la potencia que le ha dado. Acompañada por Miriam Odorico en un rol que Manso le confió y con el cual vuelve a tener otro de sus grandes aciertos. Belén Blanco le brinda dinamismo al espectáculo mientras genera un vínculo tan facetado como son los sentimientos que brotan de los amores impuros.

Dolores Ocampo, Marita Ballesteros, y Victoria Gil Gaertner interpretan roles como el de la amiga, la madre e hija de Petra, que si bien son vínculos de importancia no son los centrales, sin embargo la dirección de Leonor Manso, sobre el virtuosismo de estas actrices, logra desarrollar una afilada modificación en las situaciones en las que se sumerge la desdichada protagonista.

Un valioso trabajo de Manso en la realización de una obra, sube la vara de la calidad del teatro local, enorgulleciendo nuestras artes.

Debo confesar algo personal. Al salir del bullicioso estreno, necesité caminar por un largo tiempo. Sosteniendo la felicidad que produce el verdadero arte y la tristeza porque ya había pasado.