Ver y no ver

Por: Paula Cancio Miguel Angel Solá

Obra bellamente interpretada y dirigida. Urquijo coloca en primer plano la actuación y acierta de cabo a rabo.

Nada más que quince faroles, seis sillas y la belleza para que el espectador recuerde, vuelva a experimentarla y a necesitarla.

Graciela Dufau, Arturo Bonín y Nelson Rueda hacen esa hermosura a la vista de todos y no es poco, es teatro.

Una deliciosa Dufau lleva el peso del mundo incomprendido por los que "ven" el mundo con los ojos del "mundo".  Los personajes de Bonín y Rueda plasman la verdad de los ciegos que "ven", vacíos de sí. Quieren salvar a su mujer (AB), y paciente (NR). A esa paciente mujer. El rompecabezas se va armando a través de unos y otros. Metáfora hermosa de la vida; "ver no es comprender", para el espectador se convierte en un sencillo y claro: ¿Dónde estoy yo, que veo y no me veo?

Sólo ella, la del mundo conformado por una imaginación plagada de recuerdos ambivalentes -que ella convirtió en felices-, pese a leves estallidos de toma de conciencia de "lo real", vuelve a quedar con el mundo en sus manos.

Ellos, rodeados de "buenas intenciones", irán detrás de lo que pudo ser y no fue, dando dentelladas al vacío, sin "verse", persiguiendo un sí mismo, que ella, -tan atravesada por dolores e insatisfacciones, al igual que ellos-, sí posee: la verdad que no puede ni quiere perder.

La realidad no es la verdad. Eso nos contó esta obra. Y por eso es bella cada parte que la hizo y su todo. Todo cambia a las tres vidas de la historia, servidas con maestría, resonarán dentro de cada espectador de Ver y no ver. ¡Chapeaux para Dufau, Bonín y Rueda, a Urquijo por su dirección y adaptación del autor Brian Friel, a Eugenio Zanetti por el espacio escénico y sobre todo al Teatro La Comedia que se gana la vida ofreciendo sus espacios al teatro en el que cree! Pasamos una bella noche de teatro en nuestro teatro. Les damos la bienvenida y les agradecemos compartir el escenario que pisamos. ¡Viva el teatro!