Acróstico

Por: Gustavo Friedenberg

Una propuesta personal, inquietante y conmovedora; como la vida misma.

Diego Rosental ha trabajado bajo la dirección de destacados directores de nuestro quehacer local. Los asiduos amantes del teatro seguramente lo hayan visto en escena, pero serán pocos quienes puedan afirmar algo acerca de su historia familiar. En Acróstico (su ópera prima) nos propone una exploración autobiográfica, sin dejar de constituir una ficción estupenda. Este es uno de los puntos filosos de una teatralidad que indaga en los bordes de lo público y lo privado, invitándonos a cruzar esa barrera pero sin dejar de señalar lo vertiginoso que puede resultar el pasaje. A través de un relato en primera persona, la obra nos regala la ilusión de llegar a conocer al artista, compartir su intimidad, padecer con.

La pieza tiene interesantes transiciones entre fragmentos literales y situaciones de mayor abstracción, construidos a través de la danza y el movimiento, o bien de novedosas tecnologías que se articulan con total naturaleza. En relación a lo primero, vale destacar referencias al Rikudím (Danzas folklóricas israelíes) que constituyen un guiño sutil y divertido respecto de la dramaturgia del espectáculo. Pero sobre todo la inclusión de Jimena Pérez Salerno, otra  figura que confiere una especie de garantía de calidad a toda obra en que participa. Esta bailarina, que maneja una sugestiva calidad de movimiento, resulta creíble y funciona de mil maravillas como partenaire y figura onírica en este universo.

El uso del espacio y la luz van cobrando valor conforme la pieza se desarrolla, para proponernos como cierre, una imagen tan simple y bella como dolorosa.

Acróstico por definición es una composición poética construida a partir de las letras iniciales en cada línea de un verso. Del mismo modo, Rosental ha logrado componer su propia poesía, a partir de las diferentes líneas fundamentales de su vida.