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Bar restaurante

Los galgos

Por: Luis Enrique Medina

La mística de ser uno de los primeros bares de la ciudad que se mantiene estoico, brindando una excelente gastronomía nocturna.

La historia del barrio del Retiro cuenta que en 1856 Jannet Hermanos instaló en la barranca la Compañía Primitiva de Gas, que proveyó a la ciudad de este insumo utilizado para el alumbrado público.

Su galpón de fabricación de tubos de loza quedaba en la actual manzana de Rodríguez Peña, Montevideo, Tucumán y Viamonte. Sus peones frecuentaban una matería, devenida en pulpería, que estaba emplazada en el actual solar que hoy ocupa la casa de altos que tuvo otros destinos, hasta que en 1930 alojó al bar Los galgos, sitio frecuentado en un tiempo más cercano por Enrique Santos Discépolo, el Polaco Goyeneche, Di Sarli y otros poetas del tango.

Recientemente y con la extinción de sus históricos dueños, cambió sus guardas. Esta administración mantuvo y resignificó los históricos elementos que lo definían como un bar notable, impulsando la incorporación de áreas desaprovechadas, un fantástico primer piso con una barra comandada por Ariel, un especialista en coctelería que propone una selección de los tradicionales Vermouts argentinos y tragos como el Mandinga, el Garra de León, el Flor de Branca, C'est si bon, Criollo viejo y tantos otros que se exhiben en una carta con datos de sus creadores y el año de nacimiento. La barra es el centro del salón, rodeada por mesas, piano y objetos originales de épocas remotas del lugar.

En el salón inferior, el central, se ofrece servicio de cafetería desde las 8:30 hasta la hora de la cena. Este es el momento en que la nutrida clientela se acerca a disfrutar de la cocina de corte gourmet tradicionalista, con platos como la lasagna de conejo, carnes de típicos cortes porteños, fantásticas pastas caseras, pescados e infinidad de propuestas en abundantes porciones que generalmente son para compartir y tratan de emular aquellas otras que brindaban los bodegones a los que evoca el diseño del servicio y el valor de sus precios.

Su maître y somelier Tomás, dirige la esmerada y rápida atención del lugar, estando presente en cada mesa con sus propuestas, tanto sobre platos como en las recomendaciones de las bodegas que han seleccionado para la carta de vinos, compuesta por reconocidas etiquetas y por otras denominadas “boutique” que proporcionan excelentes vinos para experimentar durante la cena.

Recomiendo especialmente dejar un lugar para el postre. Hay una deliciosa selección de patisserie tradicional que invita a terminar con el café que le ha dado tanta fama al lugar y que se produce con el control de calidad que vigila celosamente el histórico cisne que está en la barra.

Una propuesta para compartir con los amigos o el amor que tanto bien nos hace, un lugar para disfrutar por su mística, su calidad y el sabor de cada propuesta.

Los galgos.

Los galgos. Callao 501 y Lavalle.