RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Histórico

Bar de Cao

Por: Pedro Monti

Estoico como la historia que lo construyó y con la minuciosa calidad de atención de cada día, sobrevive este nostálgico testigo del barrio de San Cristóbal.

Es uno de mis preferidos de la ciudad porque posee las tres cualidades más importantes que un bar porteño debe tener: calidad de atención, calidad de productos y una cálida historia que nos represente.

Entrar al Cao y pisar ese gastado mármol en el piso del umbral es una sensación única. Ese recibimiento continúa con la franca sonrisa de Analía, la encargada de la mañana, ella cuida de que cada servicio se realice con el amor que merece ser anfitrión de este templo.

El añoso perfume instalado en sus paredes es una experiencia sensorial que compite con el aroma de las especias de El gato negro, de Corrientes al 1600.

Si hablamos de productos, es un verdadero festival a cualquier hora del día, esto se reproduce en los bares La poesía, El federal, Margot, Cortázar y el querido Celta. El destino los ha hermanado bajo un mismo tutor.

La carta muestra una esmerada propuesta de desayuno, picadas, almuerzo y cenas. En cada momento del día encontrarán un plato seductor y comprobarán que está bien hecho, con productos frescos y de calidad, porciones abundantes, a la usanza de los bodegones que alimentaban los obreros de la ciudad en aquellos años en que Ramón Cao, un asturiano inmigrante, llegó a Buenos Aires con la intención de traer al resto de su familia. Los logros de sus esfuerzos le permitieron traer a sus hermanos y además poder alquilar esa añosa esquina y remozar la antigua pulpería de Matheu e Independencia hasta transformarlo en un almacén y bar de la época. Con la ayuda de sus hermanos Julio, Vicente y Pepe, el negocio se fue expandiendo lentamente, durante las horas del día vendían leche y atendían las comidas de los obreros de la zona. Se hacía reparto de pan en el barrio, de noche se despachaban bebidas y el almacén se convertía en bar de reuniones del vecindario. Poco a poco, el lugar que él había llamado La Armonía fue haciéndose popular, pero por la simpatía de la familia comenzó a ser reconocido por sus dueños y pasó a la inmortalidad con el nombre de el Bar de Cao.

Bar de Cao.

Bar de Cao. Matheu y Av. Independencia.