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Bares

El Mercado de San Telmo

Por: Ernesto Crinigan

Un reconocido lugar de la ciudad, que no siempre es tomado en cuenta para disfrutar de los bares que mantiene desde tiempos remotos.

Uno de los edificios emblemáticos del barrio de San Telmo es el Mercado techado que ocupa la manzana de Bolívar, Carlos Calvo, Defensa y Estados Unidos.

Proyectado por el ingeniero arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, por orden del emprendedor Antonio Devoto en 1897, cuenta con una imponente estructura con techo de vigas de hierro con planchas de chapa y piezas de vidrio, una marcada presencia de estilo italianizante, con arcos de medio punto y orden toscano, que alojan locales con usos diversos: desde alimentos frescos y procesados (como inicialmente funcionaba y mantiene su tradición), hasta locales de antigüedades que fueron ocupando zonas sobre Defensa, (de culto para buscadores de tesoros).

Los bares y restaurantes que inicialmente estaban en las veredas, como el tradicional  San Pedro Telmo, y La Coruña, puntos de encuentro para los obreros del barrio o los vecinos, hoy devenidos en bares notables por su larga data en el lugar, fueron tornándose lentamente en los abuelos de los locales que terminaron por copar el interior del Mercado de San Telmo, logrando en la actualidad ser un polo gastronómico con fuerte presencia de bares y comida rápida.

En estos espacios se puede degustar de verdaderas delicias al paso y tentarse a recorrer cada cafetín, para elegir cuál sirve el mejor café y de la manera más tradicional, con los típicos acompañamientos de antaño o las nuevas tendencias en cafés provenientes de diversas latitudes del Globo.

Los convoco a frecuentar el lugar y a hacerse habitué de cada sitio.

Podrán comprobar que en general hay una mística que baña tanto las instalaciones como la manera sorprendente del trato ameno de la gente que allí trabaja en los puestos y locales. Por mi parte, siempre salgo con alguna bolsa con mercadería que ocupa un lugar especial entre los productos en mis alacenas, como también me tientan las búsquedas en anticuarios o alguna tira de botones a la señora que desde hace décadas los vende en un lugar muy identificado. Mas allá de ser un programa gastronómico, se transforma en un divertido y especial momento para distender la mente y el alma. 

 

Mercado de San Telmo.