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Estrenos argentinos

El gran simulador

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Un documental que intenta revelar los secretos más íntimos de un hombre que vive de la ilusión y el misterio: el mítico René Lavand.

Cuando era chica, René Lavand me obsesionaba. Lo veía con la mano derecha en el bolsillo y le preguntaba a mi papá por qué nunca la mostraba.

Mi viejo, maravillado por la destreza que el ilusionista conseguía con los naipes, ni siquiera notaba la ausencia de esa mano. Se unía al misterio de Lavand y no me contestaba nada, creando alrededor de su figura una pátina nueva de misterio.

El documental de Néstor Frenkel intenta seguir ese camino. Se acerca a Lavand tratándolo como un personaje, un hombre que nunca se baja de sus máscaras de gran simulador. Sin embargo, entre función y función que ofrece (nos muestra su casita retirada en Tandil, su gato negro, sus fotos viejas y sus nuevos trucos), se entrevén retazos de verdad, hilos con el que el espectador puede tejer una biografía.

Para los que no lo conocen, René Lavand es un ilusionista argentino de fama mundial. Su especialidad es la cartomagia, los juegos de naipes, que realiza con halo sobrenatural porque trabaja únicamente con la mano izquierda.

¿Y dónde está la mano que le falta? Esa es una pequeña línea del relato, que más tiene que ver con los fantasmas que movilizaron al artista a superarse y seguir adelante.

Si algo sorprende en Lavand es su sesgado pero seguro, latente optimismo. Tiene miedo, como todo el mundo, pero sabe hacerle frente con su caballeresca estampa y un buen vasito de grappa con miel. Y no encuentro mejor definición para la valentía.

Néstor Frenkel, el director de la película, nació en Buenos Aires en 1967. Sonidista de oficio desde 1993, en 1999 comenzó a producir sus propios proyectos de animación, ficción y documental. Dirigió los documentales Buscando a Reynols (2005), Construcción de una ciudad (2007) y Amateur (2011).

Esta última producción carece por momentos de rumbo definido –su guión es quizás demasiado elástico-, pero por suerte se encauza cuando busca sencillas verdades. Siguiendo a Lavand, creyendo en él, logra un retrato íntimo y acertado de una vida apasionante.

La cámara y fotografía de Bill Nieto logra retratar ese ambiente bucólico, el reposo del guerrero en donde el ilusionista pasa su vejez.

Lo que más cautiva del film es el registro de la palabra de Lavand, ese instrumento poderoso que es el mejor aliado de sus ilusiones. Como dice Alejandro Dolina, no hay nada mejor que una buena historia. Y contadas en primera persona, con la gracia y el charme del viejo maestro, son un plus digno de verse.

Estreno en Buenos Aires: 2 de mayo. Monumental, Malba, Cosmos.