RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Esreno internacional

Mad Max: Furia en el camino

Por: Sebastián Tabany

Roger Miller, el creador del clásico personaje y prácticamente inventor del género post apocalíptico, vuelve con toda la furia.

En 1979 salió de Australia una película de ciencia ficción de muy bajo presupuesto con un actor totalmente desconocido. Star Wars había rejuvenecido el género pero Mad Max era el Lado B: paisajes apocalípticos, desierto, hierros oxidados, nihilismo. Como protagonista, estaba Max Rockatansky, un cowboy que le debe mucho a El hombre sin nombre, el protagonista interpretado por Clint Eastwood de la trilogía de spaghetti westerns de Sergio Leone. 

Mad Max fue un inesperado éxito, pero fue Max Mad 2, conocida en Estados Unidos como The Road Warrior (dando a entender que era una película y no una secuela) la que rompió con todo y llevó a Mel Gibson, su protagonista, a estrella en 1981. Y el género inventado por el guionista y director Roger Miller se transformó en una moda que durante la década de los ochenta llenó los cines continuados y las videocaseteras con copias hechas con dos mangos. Solo se necesitaba que los actores se vistieran con harapos y un paisaje más o menos desértico. El resto, era tirar utilería digna de un desguace de autos del conurbano y listo, ya había una película.

Gibson se dedicó a ser estrella las dos décadas siguientes y tomar alcohol, algo que devino en un virtual ostracismo de Hollywood cuando lo grabaron borracho e insultando a la comunidad judía cuando una policía lo paró con su auto. Siempre se habló de una cuarta Mad Max (la tercera de 1985 es un fiasco) pero con ese incidente Gibson  quedó afuera. Miller, que durante doce años quiso volver a ese mundo – después de dedicarse a los animales como Babe y Happy Feet – encontró en el inglés Tom Hardy un reemplazo ideal.

Mad Max: Furia en el camino es un Mad Max puro pero elevado a la n gracias a la evolución del cine (y los millones de dólares que las originales no tenían). Filmada en Namibia durante ocho meses, la película es una gran persecución donde Hardy apenas emite una docena de líneas de diálogo. Miller quiere sacar el ello del público filmando los autos, el polvo y a los dobles como si pertenecieran a lo más profundo de la psiquis. Para él, las persecuciones son cine puro. Y de la manera en que está hecha Mad Max, hay que darle la razón. Su cine es volver a un estado primigenio donde solamente los impulsos más primitivos afloran, algo encomiable de lograr y que cada tanto es necesario para poder volver después a una racionalización cultural que nos mantenga relativamente a flote.

Estreno en Buenos Aires: 14 de mayo.