RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS
Se estrena la primera película en solitario de Agustín Toscano, ganador de la mención especial del jurado de Cannes por su opera prima Los dueños, filmada junto a Ezequiel Radusky.
Creo que la última película tucumana que había visto antes fue El rigor del destino (1985), de Gerardo Vallejos. Aún con toda su buena intención, estaba protagonizada por porteños.
Por eso, fue para mí una sorpresa hermosa reconocer el acento tucumano en su estado más puro en cada diálogo de El motoarrebatador. Actores tucumanos, chistes, caras, nombres, situaciones de allá. Tan argentinas pero tan originales para nuestra porteñez recalcitrante. Un país adentro de un país.
Ese perfume novedoso para el panorama de estrenos logra invadir con frescura toda la cinta, que trata de la vida de Miguel, un motochorro que asalta a una vieja que sale de un cajero y la golpea de mala manera porque ella no quiere soltar la cartera.
Pensando en que quizás le causó la muerte, va al hospital a averiguar su estado. Ella vive. Y allí comienza una historia distinta, donde se mezclan sus cotidianidades, sus soledades y sus secretos.
Bien montada, bien fotografiada, tiene planos muy resueltos y un ritmo ágil.
El elenco es extraordinario. Miguel está compuesto por Sergio Prina con una sencillez y un talento tan grandes, que hacen verosímil todo lo que pasa en el guión. Su coprotagonista, Liliana Juárez, está a la misma altura, dándole vida a esa sufriente pero pícara señora que parece no recordar nada.
Pero lo que más me gustó es esa forma de describir al tucumano, siempre misterioso, embustero con gracia, sobreviviente, que va borrando el pasado con el codo para abrirse, también a los codazos, un presente posible.
Las calles de San Miguel, atestadas de gente, la pobreza, la policía colapsada tanto como los ladrones, las identidades tergiversadas en pos de una vida mejor que nunca llega y el campo vacío y lejano, como una promesa latente, un sueño de la infancia que nunca se va a cumplir.
De eso también se nutre la peli: del tema de crecer lejos de los afectos, de las contradicciones, de no saber cómo integrarse, de lo lindo que es encontrar alguien o algo para compartir, aunque sea muy bizarro.
El motoarrebatador es una comedia que deja el corazón contento, tiene su intriga, su vuelta de tuerca, y puede convertirse en un clásico de nuestro cine, con su tucumanidad que sin embargo pinta con mano diestra toda nuestra aldea argentina.
Estreno en Buenos Aires: 7 de junio.