Las promesas

Por: Atilio Tustali

Esta sugerente palabra nombra tan bien al espectáculo, como cada ítem que lo compone. Una verdadera obra de arte con la fuerza de un pulsar.

Asistir al Espacio Polonia es sinónimo de gratas experiencias, al igual que en Perla Guaraní (hoy en Timbre 4), en esta oportunidad, necesité caminar largo rato al salir. Trataba que nada invadiera esa sensación de máxima felicidad que sólo produce una elevada expresión del arte.

El dramaturgo y director Juan Andrés Romanazzi, ha compuesto una trilogía y está presentando su primera parte, con un trabajo extremadamente meticuloso. El correr del texto, sumado a lo que ocurre, lo coloca en un lugar de prestigio en la escena local y nos brinda a los porteños una gran cuota de orgullo por producir esta calidad de teatro.

Romanazzi trae a la pequeña sala del Polonia un universo, logrando que el tiempo y el espacio se fundan al unísono en distintos segmentos históricos. Produce magia con suaves artilugios teatrales, apoyado en tremendas metáforas y en términos arrasantes, que dejan perpleja a la platea.

Una economía de potentes signos componen el espacio y el vestuario propuesto por Julia Camejo.

Sin lugar a dudas y como componente primordial para que se produzca este increíble fenómeno teatral, es imprescindible la actuación de Paula Fernandez Mbarak, que, a mi entender, es uno de nuestros máximos valores. Su calidad actoral, la infinidad de herramientas de las que esta actriz dispone, acarician el alma de quien pueda presenciar su trabajo. El modo en que se transforma en un dócil ratoncillo y al momento es la más feroz de las bestias, la manera de decir el texto transformándolo en notas musicales, es realmente escalofriante. Ya se ha hablado de su calidad en relación a la madre de Mi hijo sólo camina más lento o en aquel memorable A mamá, pero en cada nuevo trabajo redobla la apuesta, o quizás nosotros somos sorprendidos por su destreza.